La frecuencia con que se presenta la celiaquía tiene un promedio aproximado de 1 cada 1.000 nacidos y aunque la intolerancia al gluten es genética (hereditaria), no siempre se encuentran antecedentes familiares. Si en una familia aparece un caso de celiaquía, es probable que la padezcan otros familiares, al menos con mayor probabilidad que en la población en general. Esto no implica, sin embargo, que obligatoriamente vaya a padecerlo. Puede suceder que esta enfermedad se manifieste en estos familiares de una manera atípica (con síntomas algo diferentes a lo habitual o incluso asintomáticos).
La celiaquía es un enfermedad permanente y controlable si se detecta.
La forma habitual de detección suele desarrollarse entre el 2º y el 3 año de vida en los niños predispuestos que han iniciado el consumo de gluten en torno al 6º-8º mes , generalmente en forma de papillas, pan, galletas u otros alimentos que lo contengan. La diarrea consiste en heces muy voluminosas y pálidas (no necesariamente numerosas) y se acompaña de vómitos, distensión del vientre, malestar general, pérdida de peso y cambio de carácter (malhumorados). En las formas más graves (crisis celíaca) se produce deshidratación, hematomas en la piel, hemorragias digestivas y edemas (retención de líquidos).Sin embargo el problema puede desarrollarse en edades mas tempranas o, contrariamente, ya en la edad adulta.
En cualquier caso, existe un intervalo libre de síntomas entre el momento en que el sujeto inicia el consumo de gluten y el momento en que desarrolla la enfermedad.
De la celiaquía se ha dicho que es la gran simuladora pues puede presentarse con síntomas que en nada o poco recuerdan a la forma clásica de la enfermedad. Unas veces se añaden a trastornos digestivos pero en otras, éstos están en un segundo plano o, incluso, pueden faltar. El caso extremo sería la existencia, no ya de diarrea, sino de estreñimiento severo como manifestación de la enfermedad.
A continuación se enumeran algunas posibilidades:
Estatura baja (como hecho aislado).
Raquitismo . Descalcificación (osteoporosis): Dolores óseos. Fracturas espontáneas.
Alteración en el esmalte de los dientes. Úlceras recurrentes en la boca.
Trastornos de la piel (dermatitis herpetiforme). Pelo escaso y desvitalizado.
Trastornos neurológicos y psiquiátricos: Cefaleas (dolores de cabeza), neuralgias (dolor de una zona de la piel por afectación de nervios), epilepsia, depresión.
Trastornos hematológicos: Anemia rebelde, hemorragias.
Trastornos reproductivos: Esterilidad, abortos a repetición.
Trastornos articulares: Dolores articulares, artritis (inflamación de articulaciones).
La existencia de síntomas como los anteriormente descriptos (diarrea prolongada, vómitos, pérdida de peso, cambio de carácter, etc.) unidos a alteraciones analíticas (anemia, falta de hierro, elevación de anticuerpos mas o menos específicos de la enfermedad, pérdida excesiva de grasa en las heces, etc.) permiten sospechar la enfermedad pero, en absoluto, permiten hacer el diagnóstico definitivo. Este se basa, inevitablemente, en la realización seriada de biopsias intestinales, que consisten en la obtención de una muestra de la mucosa del intestino delgado (duodenoyeyunal).
En la mucosa intestinal de un enfermo celíaco no tratado, las vellosidades están atrofiadas, es decir aplanadas. En el celiaco tratado adecuadamente, la mucosa llega a normalizarse resultando indistinguible de la de un individuo sano.
No siempre se puede diagnosticar la celiaquía en la primer biopsia, a veces son necesarias más para hacer un diagnóstico seguro. Lo habitual es que se realicen tres...
La primera cuando el niño acude por primera vez con síntomas sospechosos de la enfermedad. En ella se comprobará que existe una atrofia severa de las vellosidades y se procederá a la supresión del gluten de la dieta.
La segunda, cuando el niño lleve al menos dos años con la dieta sin gluten y hayan desaparecido los síntomas. Se trata de comprobar que la supresión del gluten haya conseguido la normalización de las vellosidades. Si ha sido así, el paso siguiente consiste en la reintroducción del gluten para ver si con ello se reproduce la alteración intestinal . Lo habitual es que ésta recaída anatómica (la atrofia) se acompañe de recaída clínica (diarrea, vómitos, pérdida de peso, etc.) pero no es raro que habiéndose reproducido ya la atrofia, el niño aún se encuentre asintomático, es decir sin síntoma alguno de la enfermedad. Esta reintroducción NO debe hacerse antes de los 6 años de edad (se podría dañar el esmalte de la dentición definitiva) ni en la pubertad por que se interferiría en el período de crecimiento rápido propio de esta edad.
La tercera biopsia trata de confirmar ésta recaída. Suele hacerse a los 6 meses de la reintroducción del gluten o antes si reaparecen los síntomas o se producen alteraciones analíticas.
Debe conocerse que cuanto mas prolongado sea el período en que se ha mantenido la dieta sin gluten, mas probable es que se retrase la recaída de modo que la biopsia a los 6 meses puede ser "normal". En tal caso, si la sospecha de la enfermedad está bien fundada, deberá repetirse posteriormente.
Algunos expertos en celiaquía no consideran necesario completar esta secuencia de tres biopsias. Es un tema discutido y discutible. Déjese guiar por su pediatra. La secuencia completa es larga y molesta pero ofrece la mayor garantía diagnóstica para una enfermedad que es definitiva y que, por tanto, requiere un régimen de por vida.
El único tratamiento tras el diagnóstico de esta enfermedad es una dieta desprovista completamente de gluten y llevada rigurosamente. Esta dieta no sirve para curar sino para controlar. De modo que, con ella, se consigue la completa normalización clínica del sujeto que la padece y evita las posibles complicaciones a corto, medio o largo plazo.
No se puede suspender esta dieta, es de por vida.
En cualquier caso, existe un intervalo libre de síntomas entre el momento en que el sujeto inicia el consumo de gluten y el momento en que desarrolla la enfermedad.
De la celiaquía se ha dicho que es la gran simuladora pues puede presentarse con síntomas que en nada o poco recuerdan a la forma clásica de la enfermedad. Unas veces se añaden a trastornos digestivos pero en otras, éstos están en un segundo plano o, incluso, pueden faltar. El caso extremo sería la existencia, no ya de diarrea, sino de estreñimiento severo como manifestación de la enfermedad.
A continuación se enumeran algunas posibilidades:
Estatura baja (como hecho aislado).
Raquitismo . Descalcificación (osteoporosis): Dolores óseos. Fracturas espontáneas.
Alteración en el esmalte de los dientes. Úlceras recurrentes en la boca.
Trastornos de la piel (dermatitis herpetiforme). Pelo escaso y desvitalizado.
Trastornos neurológicos y psiquiátricos: Cefaleas (dolores de cabeza), neuralgias (dolor de una zona de la piel por afectación de nervios), epilepsia, depresión.
Trastornos hematológicos: Anemia rebelde, hemorragias.
Trastornos reproductivos: Esterilidad, abortos a repetición.
Trastornos articulares: Dolores articulares, artritis (inflamación de articulaciones).
La existencia de síntomas como los anteriormente descriptos (diarrea prolongada, vómitos, pérdida de peso, cambio de carácter, etc.) unidos a alteraciones analíticas (anemia, falta de hierro, elevación de anticuerpos mas o menos específicos de la enfermedad, pérdida excesiva de grasa en las heces, etc.) permiten sospechar la enfermedad pero, en absoluto, permiten hacer el diagnóstico definitivo. Este se basa, inevitablemente, en la realización seriada de biopsias intestinales, que consisten en la obtención de una muestra de la mucosa del intestino delgado (duodenoyeyunal).
En la mucosa intestinal de un enfermo celíaco no tratado, las vellosidades están atrofiadas, es decir aplanadas. En el celiaco tratado adecuadamente, la mucosa llega a normalizarse resultando indistinguible de la de un individuo sano.
No siempre se puede diagnosticar la celiaquía en la primer biopsia, a veces son necesarias más para hacer un diagnóstico seguro. Lo habitual es que se realicen tres...
La primera cuando el niño acude por primera vez con síntomas sospechosos de la enfermedad. En ella se comprobará que existe una atrofia severa de las vellosidades y se procederá a la supresión del gluten de la dieta.
La segunda, cuando el niño lleve al menos dos años con la dieta sin gluten y hayan desaparecido los síntomas. Se trata de comprobar que la supresión del gluten haya conseguido la normalización de las vellosidades. Si ha sido así, el paso siguiente consiste en la reintroducción del gluten para ver si con ello se reproduce la alteración intestinal . Lo habitual es que ésta recaída anatómica (la atrofia) se acompañe de recaída clínica (diarrea, vómitos, pérdida de peso, etc.) pero no es raro que habiéndose reproducido ya la atrofia, el niño aún se encuentre asintomático, es decir sin síntoma alguno de la enfermedad. Esta reintroducción NO debe hacerse antes de los 6 años de edad (se podría dañar el esmalte de la dentición definitiva) ni en la pubertad por que se interferiría en el período de crecimiento rápido propio de esta edad.
La tercera biopsia trata de confirmar ésta recaída. Suele hacerse a los 6 meses de la reintroducción del gluten o antes si reaparecen los síntomas o se producen alteraciones analíticas.
Debe conocerse que cuanto mas prolongado sea el período en que se ha mantenido la dieta sin gluten, mas probable es que se retrase la recaída de modo que la biopsia a los 6 meses puede ser "normal". En tal caso, si la sospecha de la enfermedad está bien fundada, deberá repetirse posteriormente.
Algunos expertos en celiaquía no consideran necesario completar esta secuencia de tres biopsias. Es un tema discutido y discutible. Déjese guiar por su pediatra. La secuencia completa es larga y molesta pero ofrece la mayor garantía diagnóstica para una enfermedad que es definitiva y que, por tanto, requiere un régimen de por vida.
El único tratamiento tras el diagnóstico de esta enfermedad es una dieta desprovista completamente de gluten y llevada rigurosamente. Esta dieta no sirve para curar sino para controlar. De modo que, con ella, se consigue la completa normalización clínica del sujeto que la padece y evita las posibles complicaciones a corto, medio o largo plazo.
No se puede suspender esta dieta, es de por vida.